Entre la obligatoriedad y la necesidad.

Ayer me llegó la noticia de que se había terminado el recuento de votos en el referéndum que había organizado el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) y dicho resultado me hizo pensar de nuevo en una institución antaño muy querida por los arquitectos, pero que en los últimos años no ha estado exenta de polémica.


Imagen del patio de la sede del COAM en la calle Hortaleza, 6.


En el referéndum en cuestión, se proponía a los colegiados si estaban de acuerdo o no con la modificación de tres artículos de los estatutos. Pues bien, preguntando a amigos arquitectos colegiados, ninguno sabía que había un referéndum y por supuesto tampoco sabían que el coam convocaba dichas consultas y la cuestión no es que el colegio no informe a sus colegiados, que lo hace (a mi no hay día en el que no me llegue un correo-e del coam), sino que los colegiados no están interesados en él.

La verdad es que el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid tiene colegiados porque es obligatorio por ley, no por que los servicios que ofrece sean atractivos o útiles a sus colegiados. Los resultados del referéndum son un claro síntoma de la extrañeza que supone el colegio a sus doce mil colegiados:



Ni el 3% de los colegiados acudieron a la votación. ¡El tres por ciento! Eso debería ser considerada como una llamada de atención a los dirigentes del colegio, algo así como: 


   - Oye, ¿has visto la poca gente que ha venido a votar?
   - Sí, la verdad es que han sido muy pocos.
   - A lo mejor hay algo que no estamos haciendo bien... 

¿Pero qué podemos hacer cuando el colegio está impuesto por ley y si quieres dedicarte a esta profesión tienes que pasar por el aro y pagar? Pues poco o nada, excepto acudir a las elecciones a decano cuando toquen y votar a aquel que se preocupe por el colegiado, ese desgraciado que soporta el peso del colegio cuando casi no tiene ni para mantener el estudio abierto, pero que está obligado a pagar...




Cierto que el actual decano se encontró con una situación complicada al llegar al cargo, con una deuda inmensa, de la cual la anterior decana es culpable y debería haber pagado por ello, pero en este país de pandereta, la responsabilidad es un concepto tan etéreo como la inmortalidad del alma y ni siquiera la he oído pedir perdón por la deuda que nos dejó de entre doce y quince millones de euros, manda huevos. El caso es que entiendo que el primer objetivo de este decano fuera el saneamiento económico del colegio, cosa que ha hecho con eficiencia, pero el siguiente, que es el importante, es pensar en cómo ayudar a esta profesión.

La respuesta lógica debería ir encaminada en sacar más provecho a la nueva sede, que con doce mil metros cuadrados en el centro de Madrid, de los que la administración del colegio no necesita ni la mitad, debería ser por sí sola la piedra angular de la renovación del coam, sacando el mayor provecho de esa superficie con alquiler de locales comerciales, convirtiendo la sede en el lugar indispensable para cualquier evento cultural, feria de construcción que se hiciera en Madrid y no sólo eso, habría que pensar en qué le falta a la ciudad para dárselo, como más espacios para conciertos... lo que fuera para generar ingresos y relajar el peso de los miles de arquitectos que lo están pasando francamente mal. Y en ese punto, cuando los arquitectos empiecen a ver que el colegio les sirve, les apoya y no sólo les saca dinero, quizá, al siguiente referéndum acuda algo más que un vergonzante 3%.

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