De cuando Madrid pudo ser una ciudad jardín

En el año 1929 el ayuntamiento de Madrid convocó un concurso internacional para la redacción de un Plan de Ordenación Urbana, que un año después quedó desierto, pero del que nos queda el proyecto del equipo formado por Secundino Zuazo y Herman Jensen, que recogía en gran medida las ideas de la Ciudad-Jardín desarrolladas por el Arquitecto británico Ebenezer Howard a principios de siglo y que proponía vertebrar la ciudad a través del eje norte-sur formado por la Castellana y definir un límite de crecimiento mediante un anillo verde, que se insertaría en la ciudad en forma de cuña, por el este a través del parque del Retiro y su ampliación y por el oeste a través del Campo del Moro.

Croquis del Plan Zuazo Jensen

La ciudad quedaba rodeada de campo y gracias a las cuñas descritas anteriormente se conseguía meter en la ciudad parte de esa naturaleza que la rodeaba, creando un espacio que desahogaría el centro de la urbe, reduciendo su densidad y mejorando la calidad de vida de los ciudadanos.

Este parque que rodearía Madrid, pero que también penetraba en la trama urbana, estaría lleno de dotaciones deportivas para uso y disfrute de los madrileños y serviría de punto de conexión entre la ciudad central y los diferentes núcleos satélite que se desarrollarían fuera de ella, atrayendo el exceso de población del núcleo central y evitando la especulación.

Como bien sabemos este proyecto no vio la luz, pero sí que influyó de manera notable en el siguiente Plan de Ordenación Urbana que se aprobara en Madrid, el llamado Plan Bigador, en honor de su creador, el Arquitecto Pedro Bigador Lasarte.

Esquema de la "Ciudad jardín del mañana"

Pero antes de continuar, vamos a ver de donde viene esta idea de ciudad-jardín. El concepto de ciudad-jardín fue desarrollado por Ebenezer Howard a finales del siglo XIX y principios del s.XX, quien proponía una vuelta del hombre a la Naturaleza, pero no insertando pedazos de la Naturaleza en las ciudades, a modo de parques y jardines, sino invirtiendo la situación, colocando la ciudad en el campo, de tal forma que ésta quedara rodeada de Naturaleza y el hombre pudiera estar en pleno contacto con ella. 

Esta ciudad partía de un núcleo central donde se establecería las viviendas entorno a una gran plaza pública, tras las viviendas, rodeadas de grandes zonas verdes, estarían los colegios, comercios, museos, teatros, etcétera, a su vez rodeados de un  anillo verde.

Las industrias y demás centros de producción estarían en núcleos satélite, en ese anillo verde y conectados por ferrocarril. Este anillo verde sería de propiedad comunitaria, en un intento de evitar la especulación.

Se construyeron algunas ciudad jardín en Inglaterra como Letchworth Garden City, al norte de Londres en 1903 o Welwyn Garden City en 1923, construida a unos kilómetros al sur de la primera, pero en muchos casos no fue posible evitar la especulación sobre esos terrenos sin construir, deshaciendo el concepto de vivir rodeado de naturaleza.

Volviendo a Madrid, acabada la Guerra Civil, la ciudad, que había sido lugar de terribles combates, estaba muy dañada y necesitaba un plan de acción para reformarse y organizar su futuro, en un momento en el que grandes masas de población procedente de unos campos destruidos por los tres años de guerra, se empezaban a agolpar en Madrid.

El director de la Dirección general de Arquitectura, el Arquitecto Pedro Muguruza, designó a Bigador para que redactara un Plan de Ordenación Urbana, puesto que sabía que había estado trabajando en él durante la guerra, cuando decidió quedarse en la Capital, bajo la protección de la CNT y redactar con otros Arquitectos un plan urbanístico, listo para ponerlo en marcha una vez acabada la contienda.

Muguruza, como falangista que era quería que Bigador incluyera en su plan urbanístico las ideas de la "ciudad de movimiento" y pensaba que el contacto con la CNT, con la que el ideario de la primera Falange tenía muchas similitudes, podría haber influido en el diseño del plan de Bigador (no en vano a los falangistas les llamaban en la época "atunes", por ser azules por fuera, pero rojos por dentro).

La Falange estaba tratando de imponer su visión del mundo en la España de la posguerra y gracias a la amistad entre Muguruza y Franco habían podido controlar la Junta de Reconstrucción de Madrid, colocándose por encima del propio alcalde, Alberto Alcocer, quien había encargado a José Paz Maroto, un ingeniero municipal, la redacción del nuevo Plan General. No obstante, prevaleció la opinión de Muguruza y se impuso el plan de Bigador, que finalmente no sería tan utópico como a Muguruza le hubiera gustado.

Plan General de Ordenación Urbana de Madrid (1941). La densidad de población es mayor en las zonas oscuras.

La ciudad del movimiento proponía la eliminación de la separación de clases que habían fomentado los ensanches del siglo pasado, creando barrios periféricos donde se vivían los obreros, que sólo accedían a los barrios pudientes para trabajar, creando un sentimiento de clase contrario al ideario falangista, en el que lo primordial era la familia. La familia, independientemente de su condición social estaba por encima incluso del individuo y por ello los barrios segregados por el nivel económico debían desaparecer.

Juntando a todas las clases sociales en el mismo barrio, incluso en el mismo edificio, los falangistas creían que podría superarse la lucha de clases y vivir todos en armonía y esta idea tenía que llevarse al urbanismo, por lo que en un primer momento, la ciudad-jardín, en la que todas las clases convivían en el centro de la ciudad y trabajaban en el extrarradio, parecía encajar.

Vamos pues al Plan de Ordenación Urbana que propone Pedro Bigador, en colaboración con otros Arquitectos como Pedro Méndez, Luis Moya Blanco, Luis Pérez Mínguez o Luis Alemany Soler.

El nuevo Plan dibujaba un cinturón verde que rodearía la ciudad, parecido a la planta de la propuesta de Zuazo y Jener, pero siendo mucho más ambicioso, puesto que contemplaba la creación de varios anillos verde que absorberían hasta 28 municipios que rodeaban la ciudad de Madrid, convirtiéndolos en núcleos satélites donde se alojaría el excedente de población de la ciudad central, impidiendo además, la especulación gracias a la enorme cantidad de suelo disponible para edificar.


Los municipios que proponía absorber el Plan llegaban hasta lugares tan lejanos en su día como Boadilla (algo que a día de hoy, año 2020, no parece extraño, puesto que Boadilla es uno de los municipios que más está aumentando su población gracias a su cercanía a Madrid) y durante los siguientes años fueron incorporándose a la ciudad gran parte de ellos.

Las ciudades satélite que se creaban en estos anillos verdes se dividirían en tres grupos según su función: poblados industriales y militares, entorno a polígonos industriales, poblados obreros para gente que no podría permitirse vivir en Madrid y poblados residenciales de baja densidad, a modo de ciudades jardín. Con lo que quedó dividido Madrid en un sur industrial, un oeste militar y un norte residencial.

Como es lógico a Muguruza le sentó como cuerno quemado esta diferenciación clasista del suelo, pero el debate sobre la ciudad unitaria, como pretendían los falangistas y la ciudad segregada por clases, como promovían otras familias del Movimiento estaba siendo ganado por éstos últimos, que veían en el urbanismo un factor económico y no un factor social.

Como ya hiciera con la Ley de viviendas bonificables, que acabaron por promover viviendas para las clases media y alta, el poder económico presionó para que esos anillos verdes se redujeran, llagando a quedar en una carretera de circunvalación,  la conocida como M-30.

De esta manera, Madrid perdió su oportunidad de convertirse en una ciudad-jardín.