En una sociedad donde priman los derechos sobre los deberes, en la que incluso creamos un género literario como la novela picaresca, quizás sorprenda que aún haya personas que respondan de sus acciones.
Así es, dentro del complicado y engorroso proceso constructivo hay numerosos personajes que participan en él, pero ninguno con tanta responsabilidad como el Arquitecto y responsabilidad no solo desde el punto de vista estético, sino también civil. O mejor dicho, sobre todo civil. Y este no es un tema baladí, ya que gran parte de los honorarios del Arquitecto van destinados a mantener un seguro de responsabilidad civil durante los diez años posteriores a la finalización de la obra.
Hace mas de diez años que se liberalizaron los honorarios profesionales de Arquitecto, lo que supuso un gran paso hacia la libre competencia, pero a su vez vino acompañada de una inevitable y drástica reducción de los honorarios, gracias a lo cual Arquitectos jóvenes como yo tuvimos la oportunidad de abrirnos paso en nuestra profesión.
Hace poco al presupuestar un trabajo, ofreciendo una rebaja sustancial respecto a los antiguos honorarios obligatorios que siguen usándose como base para realizar presupuestos, un cliente me dijo que era una barbaridad, sólo por hacer dos líneas. Dos líneas que llevan detrás una carrera universitaria, años de experiencia acumulada, horas de diseño, cálculos de instalaciones y estructuras, así como meses de dirección de obra y diez años de responsabilidad civil. ¿Que otra profesión implica un grado de implicación en un proyecto y tiene una responsabilidad tan prolongada en el tiempo? Ni los coches de lujo ofrecen tal garantía.
En el caso de las reformas que no implican tocar la estructura, la fachada o la volumetría del espacio, no es necesario legalmente un Arquitecto, por lo que en muchos casos se prescinde de él, bien para contratar a un arquitecto de interiores (el decorador de toda la vida), que sin alargarme en si es el profesional más indicado para estos casos, diré simplemente que no lo es y además, no tiene ningún seguro de responsabilidad civil o bien se hace la reforma dejando las decisiones más críticas al albur del contratista de turno, cuyo nombre ya nos da una pista de como solucionará estos problemas: contra-ti-está.
Así pues, vuelvo a reivindicar la figura del Arquitecto, incluso en proyectos que no requieren legalmente su participación, aunque sólo sea por los diez años de garantía.
Hace mas de diez años que se liberalizaron los honorarios profesionales de Arquitecto, lo que supuso un gran paso hacia la libre competencia, pero a su vez vino acompañada de una inevitable y drástica reducción de los honorarios, gracias a lo cual Arquitectos jóvenes como yo tuvimos la oportunidad de abrirnos paso en nuestra profesión.
Hace poco al presupuestar un trabajo, ofreciendo una rebaja sustancial respecto a los antiguos honorarios obligatorios que siguen usándose como base para realizar presupuestos, un cliente me dijo que era una barbaridad, sólo por hacer dos líneas. Dos líneas que llevan detrás una carrera universitaria, años de experiencia acumulada, horas de diseño, cálculos de instalaciones y estructuras, así como meses de dirección de obra y diez años de responsabilidad civil. ¿Que otra profesión implica un grado de implicación en un proyecto y tiene una responsabilidad tan prolongada en el tiempo? Ni los coches de lujo ofrecen tal garantía.
En el caso de las reformas que no implican tocar la estructura, la fachada o la volumetría del espacio, no es necesario legalmente un Arquitecto, por lo que en muchos casos se prescinde de él, bien para contratar a un arquitecto de interiores (el decorador de toda la vida), que sin alargarme en si es el profesional más indicado para estos casos, diré simplemente que no lo es y además, no tiene ningún seguro de responsabilidad civil o bien se hace la reforma dejando las decisiones más críticas al albur del contratista de turno, cuyo nombre ya nos da una pista de como solucionará estos problemas: contra-ti-está.
Así pues, vuelvo a reivindicar la figura del Arquitecto, incluso en proyectos que no requieren legalmente su participación, aunque sólo sea por los diez años de garantía.
Comentarios
Publicar un comentario