Como cualquier otro proceso creativo, el diseño de un edificio se encuentra con una cantidad enorme de limitaciones e imposiciones ajenas al mismo. Algunas vienen establecidas por el presupuesto o por las necesidades y gustos del promotor, siendo tarea del Arquitecto asumirlas en el proyecto, mientras que otras, mas complicadas de incluir, provienen de una normativa excesivamente rígida que encorseta la imaginación y en muchos casos impide el desarrollo de la misma.
Y no es que esté del todo en contra de la normativa urbanística, que considero necesaria para cohesionar la ciudad y establecer unas mínimas reglas de obligado cumplimiento; unas normas relacionadas con la altura, la volumetría o la edificabilidad son necesarias para tratar de homogeneizar un barrio. El problema aparece cuando esas normas dejan de ser mínimas y pasan a ser exhaustivas, convirtiendo el proceso de diseño en una especie de recopilación de obligaciones formales y compositivas que convierten ese barrio en una sucesión de edificios iguales en los que la imaginación ha sido desplazada por la obligación.
Me estoy refiriendo particularmente a figuras urbanísticas como los API (Áreas de planeamiento incorporado) y en menor medida, los APE (Áreas de planeamiento específico), en los que la normativa es tan detallada que habla desde tipos de materiales a proporciones de los huecos de la fachada, todo esto para recrear, como en el caso del API 21-10 de Barajas, en Madrid, un casco histórico que en nada tiene que ver con el desaparecido casco histórico de Barajas. Con esto se pretende llegar a conformar un casco histórico moderno (ya que hay pocas edificaciones antiguas en pie), que parezca del siglo pasado, pero que no veremos completo hasta dentro de muchos años. un disparate.
Me estoy refiriendo particularmente a figuras urbanísticas como los API (Áreas de planeamiento incorporado) y en menor medida, los APE (Áreas de planeamiento específico), en los que la normativa es tan detallada que habla desde tipos de materiales a proporciones de los huecos de la fachada, todo esto para recrear, como en el caso del API 21-10 de Barajas, en Madrid, un casco histórico que en nada tiene que ver con el desaparecido casco histórico de Barajas. Con esto se pretende llegar a conformar un casco histórico moderno (ya que hay pocas edificaciones antiguas en pie), que parezca del siglo pasado, pero que no veremos completo hasta dentro de muchos años. un disparate.
Sería interesante hacer el experimento de un barrio cuyo diseño estuviera basado en una serie de directrices no de obligado cumplimiento sino orientativas, en los que cada manzana, parcela o solar se construyeran de acuerdo con las necesidades de los propietarios. ¿Tan mal podría salir? ¿Peor que los nuevos ensanches que se han hecho en los últimos años?
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