Acostumbrados estamos de que el techo de una oficina sea un plano horizontal, neutro, del que cuelgan infinidad de cosas: luminarias, rejillas de aire acondicionado y demás instalaciones. Si a esto le unimos la idea de espacio de trabajo abierto, nos encontramos en la mayoría de los casos en que tenemos un espacio impersonal y aburrido, donde lo único que sirve para distraernos de la homogeneidad y saber que estamos en una oficina y no en otra es el cartel de la entrada.
Pensando en esto, hace poco realicé una propuesta para un concurso de reforma de un edificio de oficinas en el centro de Madrid, donde trataba de conseguir romper esa monotonía con un juego de líneas onduladas en el techo.
La principal característica de esta solución es que consigue hacer desaparecer las instalaciones del mismo, ya que éstas quedan incluidas en él. La ventilación y aire acondicionado surgen en los huecos de las bandas alabeadas, que pueden ser de diferentes materiales, colores y texturas. Las luces aparecen del mismo modo, en perpendicular a las bandas del techo, de tal forma que se evitan deslumbramientos e iluminación directa.
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