A mediados de los años 90 del siglo pasado, Méndez Álvaro, un barrio articulado sobre una calle rectilínea de poco más de 2 kilómetros del mismo nombre, situado en el límite sureste de la ciudad de Madrid era un barrio degradado, lleno de grandes construcciones fabriles que generaban un entorno hostil al ciudadano, que en cambio atraía toda clase de negocios ilícitos, como la venta de droga y la prostitución.
En el año 2007 el Ayuntamiento de Madrid aprobó el PERI (Plan Especial de Reforma Interior) Méndez Álvaro Norte, en el que se definían las estrategias a seguir para la intervención en un enorme espacio, muy cercano al centro (la Calle Méndez Álvaro empieza junto a la Estación de Atocha) y con excelentes comunicaciones, al tener salida directa a la M-30, pero este plan, ideado diez años antes, fue apartado y lo único que se realizó en aquellos años finales del siglo pasado, fueron la Estación Sur de Autobuses y la construcción de varios edificios terciarios encajados entre ésta, la M-30 y las vías que llegaban a la Estación de Atocha.
Años después, ya en el nuevo siglo, a la vera del parque Enrique Tierno Galván, aparecieron los primeros edificios de viviendas y el barrio poco a poco fue tomando forma. Mientras tanto se levantaban grandes edificios de viviendas entorno a patios de manzana en la zona donde Méndez Álvaro delimita con Delicias, que lentamente se alejaban de la sombra de la Estación de Atocha y se adentraban en el Méndez Álvaro industrial.
Otro hito en la consolidación del barrio fue la construcción del edificio Arnaiz, un impoluto edificio de oficinas con fachada de vidrio negro, en cuya esquina con la calle Méndez Álvaro se abre una gran grieta que nos muestra el interior del edificio, que se remata con una especie de gorro que parece gravitar sobre la construcción. No es para tirar cohetes, pero era un principio del cambio que iba a llegar.
Detrás del edificio Arnaiz, entre la primera y segunda década del nuevo siglo, se levantaron grandes conjuntos residenciales al estilo de los que se construyeron una década antes en la zona de Delicias: desarrollos de manzanas o medias manzanas de edificios de ocho o diez alturas de viviendas, con grandes patios dotados de piscinas, zonas deportivas (preferiblemente la pequeña y protegida pista de padel) y recreativas para los niños, puesto que el gran usuario de estas viviendas son matrimonios jóvenes con hijos pequeños.
No obstante, faltaba algo, un acicate más para atraer de una vez el pequeño comercio que hace barrio y ese acicate fue la nueva sede de Repsol, un edificio magnífico, que se ordena entorno a un gran patio central, cuyas fachadas se ocultan tras una sucesión de costillas, creando un bonito juego de luces y sombras. En definitiva, se trata de un excelente juego de escala e inserción en el entorno.
Con los movimientos de tierras para urbanizar el último espacio salvaje que aún quedaba en Méndez Álvaro y tras varias demoliciones de antiguos edificios, a las que dedicaré otra entrada, parece que antes de que acabe esta década se podrá quitar el cartel de barrio en construcción.
Una vez terminada la operación, que se encuadra en el APR.02.06 - Méndez Álvaro norte, el barrio dispondrá de cuatro grandes manzanas más, con casi 235.000 metros cuadrados de edificabilidad repartida en edificios de ocho plantas, con más de 1.700 viviendas, 58.000 m2 de usos terciarios y 17.000 m2 de zonas verdes, además de 27.500 m2 de uso cultural.
Para los que piensan que el futuro de Madrid está en los PAUS de la periferia, este desarrollo es una muestra de lo mucho que puede hacerse aúnen nuestra querida ciudad.
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